¿Es la resiliencia una forma “pedante” de hablar de flexibilidad y adaptación o hay algo más detrás de este término tan escuchado últimamente?
La resiliencia es un término tomado de las ciencias físicas que define una cualidad de los materiales. Hace referencia a la capacidad de un material de recuperar su forma después de sufrir una deformación. A mayor resiliencia mayor capacidad de resistir un impacto sin romperse para volver a su forma inicial.
Cuando trasladamos este concepto a las personas y organizaciones necesitamos traducir, no solo capacidad de ser flexible, sino además qué entendemos por no “romperse” y “volver a su forma original”.
En estos momentos en los que personas y organizaciones hemos recibido un impacto del exterior, y vivimos la incertidumbre, parece interesante reflexionar sobre algunas creencias o hábitos aprendidos sobre cómo recibir “el golpe”, cómo nos protegemos mejor, en qué medida resistimos y corremos el riesgo de rompernos, o nos adaptamos, y en qué medida “volvemos a recuperar nuestro ser inicial”.
Esta reflexión surge del deseo de tomar esta situación como una oportunidad para hacernos más fuertes. A muchas entidades esta situación nos ha dejado tocados pero no nos ha roto. Hemos sido capaces de sobrevivir. Ahora bien, retomando el concepto de resiliencia veíamos dos características clave:
- La no ruptura
- El hecho de volver a la forma anterior
Queremos ahora destacar este segundo punto. ¿Es volver a lo anterior, replicar exactamente lo que hacíamos, como lo hacíamos y sin cambiar un ápice lo que estaba en nuestro ser? ¿Es esto posible? ¿Podemos resistir para no cambiar? o, ¿queremos cambiar para mantener lo que fuimos?
Podemos guardar lo que nos hace únicos, nuestra esencia, eso que nos vio nacer y que hoy, después de un golpe, nos conecta con ese momento inicial. Podemos hacerlo abriéndonos al exterior.
Aquí va una invitación a tomar como modelo la propia naturaleza de los sistemas vivos. Según Margaret Wheatley, en su libro de Liderazgo y nueva ciencia, los altos niveles de autonomía del medio e identidad son el resultado de mantenerse abierto a la información exterior.
Esto parece contrario a nuestra forma habitual de pensar: la creencia de que para mantener nuestra identidad, nuestra individualidad, debemos protegernos de las fuerzas externas. Tendemos a pensar que el aislamiento y los límites precisos son la mejor forma de mantener nuestra individualidad. Pero para Wheatley, en la medida en la que continúa el proceso de intercambio entre el sistema y el medio, se desarrolla mayor libertad y autonomía. El sistema enfoca sus actividades hacia lo que se necesita para mantener su propia integridad y su autorrenovación.
Las organizaciones adaptativas, según Dumaine (1991) son las que tienen capacidad para responder con gran flexibilidad a los cambios internos y externos. Los equipos, tareas, destrezas emergen en respuesta a una necesidad. Cuando ésta cambia, también lo hace la estructura organizacional.
Te invitamos hoy a reflexionar sobre tus propios hábitos y creencias y los de tu organización, sobre cómo nos protegemos mejor y nos hacemos más fuertes ante los impactos externos. En estos momentos de enorme turbulencia:
- ¿Cuáles han sido las respuestas automáticas generadas, blindarnos hacia lo externo o abrirnos ante lo que nos llega?
- ¿Qué elementos han aparecido con mayor claridad?
- ¿En qué medida se han identificado elementos que dan mayor identidad a la organización?
- ¿Qué vemos que se ha fortalecido? ¿Qué sentimos que se ha debilitado?
- ¿Se han abierto más canales para recoger información del medio?
- ¿En qué medida nos hemos comportado como una organización resiliente?
- ¿En qué medida nos hemos comportado como una organización resistente?
- ¿Qué valores estamos cuidando al reaccionar de la manera como lo hemos hecho?
- ¿Qué valor o valores queremos proteger aquí y ahora?
Juan José Lacasta dice
Creo que este artículo es un digno cierre de todas las buenas aportaciones a esta sección de “Todos a cubierta”.
Me parece muy muy interesante la idea de que la identidad se refuerza y se construye contaminándonos, y poniéndola a prueba, con el entorno. El entorno es el nutriente de la identidad de las organizaciones. Me sugiere que la resiliencia no es otra cosa que la transformación que refuerza el propósito y la identidad. ¿Paradójico?
Ana Mateu dice
Muchas gracias por esta interesante reflexión. Destaco sobre todo del concepto de resiliencia “el hecho de volver a la forma anterior”, no deberíamos. Lo interesante es abrirse (como bien decís) y salir con una nueva consciencia, habiendo aprendido de una/o misma/o para que la próxima vez todo sea más llevadero.
icong dice
Muchas gracias por tu aportación Ana, algunas veces merece la pena “desaprender” para volver a aprender, que intentar de una forma no real volver a un punto de partida ficticio