A mí me gusta pensar que situaciones excepcionales requieren respuestas originales; esta crisis sanitaria y económica nos va a exigir a las organizaciones sociales, más inventiva y más coherencia, y en este sentido no debería ser percibido como un sobreesfuerzo, sino como un reorganizarse, como el que resetea un ordenador pero vuelve a instalar el mismo sistema operativo: borra lo que no sirve, la basura, y deja lo que vale, nuestro código fuente; dejamos el ALMA INTACTA, dejamos nuestros valores, nuestro propósito.
Seguro que no se te escapa que están aflorando con fuerza las problemáticas que comporta la delicada situación del sistema sanitario, sino que también han emergido otras realidades que, si bien estaban ya presentes, han aparecido ahora en el centro del escenario.
Desigualdades entre la población de profesionales que pueden seguir con normalidad ejerciendo sus actividades, dificultades en la conciliación del trabajo con el cuidado de menores y personas dependientes. Pero hay un ámbito del que no se ha hablado mucho y que me gustaría hacerlo: las desigualdades digitales.
Fruto de una transformación, en la que en estos últimos meses no hemos tenido más remedio que embarcarnos, unos con mayor éxito y otros con menos, pero que esta crisis ha hecho aflorar. Y que sin duda vienen para quedarse, para crecer junto a nosotros, ayudándonos a acercarnos a nuestros entornos, tanto personales como laborales.
Es un hecho que las organizaciones sociales podemos y debemos disponer de tecnología a nuestro alcance, ésta ya no es un valor diferencial, una diferencia competitiva, es simplemente el coste inexcusable de la entrada y permanencia en un ecosistema cada vez más tecnificado, nuestro reto es no perder nuestros valores en esta transformación, y bien podría llamarse la Digitalización Humanista.
Por tanto, no se trataría sólo de implementar herramientas o tecnologías puntuales, sino de cambiar las propias organizaciones, transformarlas para adaptarlas a este nuevo contexto, por eso hablamos de Transformación Digital (humanista).
Bob Johansen nos habla de cómo las organizaciones y sus líderes deben ser conscientes de lo que les toca:
- “Abordar la volatilidad de entorno con una correcta visión de futuro.
- Afrontar la incertidumbre con conocimiento, formación, actualización constante, en definitiva, con entendimiento.
- Aportar claridad, simplicidad y sencillez en la ejecución de tareas y acciones dentro del seno de la organización y por último
- Acabar con la ambigüedad con agilidad, con una rápida capacidad de reacción ante los imprevistos que sucedan y que atenten contra la planificación estratégica de la organización”.
Sin duda esta transformación digital emerge como una de las herramientas imprescindible para gestionar este entorno del que nos habla Bob Johansen. Siguiendo con el desarrollo de nuestra idea podemos clasificar esta brecha en 3 niveles
- Brecha digital de acceso: que hace referencia a disponer de acceso a la red y a dispositivos y aplicaciones.
- Brecha digital de uso: que hace referencia a las habilidades y competencias.
- Brecha digital de aprovechamiento: que hace referencia a que no sólo se deben saber utilizar las TIC sino que también se deben desarrollar competencias que posibiliten un uso provechoso.
Por tanto, la transformación digital puede y debe convertirse en un factor catalizador y potenciador:
- que modifique la manera de operar de nuestras organizaciones,
- que creen valor a partir de los activos infrautilizados,
- que acorte la distancia entre las personas de la organización, compartiendo el conocimiento desde cualquier lugar del planeta,
- que nos hagan más eficientes,
- que mejore nuestra calidad de vida y de las personas que nos rodean,
- que nos ayuden en los procesos de toma de decisiones,
- que nos “recuerden” dónde estamos y hacia dónde vamos,
- que nos ayuden a ser más preventivos que reactivos,
- en definitiva, que nos ayuden a CRECER.
El RETO presente para el sector social es tener la capacidad de poner el foco en la TRANSFORMACIÓN DIGITAL, eso sí, SIN PERDER EL ALMA.
Ya para finalizar, me gustaría que te tomaras unos minutos para pensar en:
- ¿Cuál es tu brecha?
- ¿Qué puedes hacer para reducirla?
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